Tras un fastuoso e inquietante Debate del Estado de la Nación, en el que se vislumbró a un Zapatero con una agresividad que dejó a todos estupefactos y a un Rajoy obcecado en erosionar al Gobierno con los mismos argumentos de siempre, el terrorismo, ha llegado la mayor remodelación del equipo de gobierno; un hecho que solo se puede entender desde el punto de vista tempora. El presidente ha decidido ya que tiene previsto agotar la legislatura. Y es lógico, pues afronta esta crisis aplicando el consejo de «la mejor defensa es un buen ataque».
El líder del Partido Popular ha culminado así su estrategia de estos tres últimos años al sintetizar el tema del terrorismo en todas sus intervenciones. Su exigencia de que «entreguen las actas de ETA» no deja de ser una ‘pataleta’ más para tratar de golpar fuerte. Más de lo mismo. Pero se olvidan que se refieren a una banda terrorista y, como tal, no tiene crédito alguno, pues si esas actas se han levantado, realmente no supone una información objetiva pues no ha sido redactadas ante notario y carecen de validez alguna.
Es echar más leña al asunto y esperar a ver cómo arden, porque, aunque ETA deja por escrito todos sus movimienos, jamás aparecerán los acuerdos formales. Y, permítanme, pero sería una falta de respeto hacia un Gobierno porque estamos hablando de algo muy serio.
Con el debate más importante del año ha comenzado la campaña electoral. Quedan ocho meses por delante y ya han producido algunos cambios, aunque el guión sigue siendo el mismo: el PP se ha vuelto a quedar solo. Cuando ‘Bambi’ se convirtió en Peter Pan, la política española ha dado un giro inesperado. La única baza del partido de la Oposición es demostrar que Zapatero miente. Es su único caballo de batalla, aquel al que se subió desde el mismo 14-M.