En 2008 se cumplen los 15 años del nacimiento de la web, la World Wide Web. Pero al tiempo puede ser la fecha de defunción de su vieja versión. La web del siglo XX estaba conformada por páginas donde forma y función estaban unidas de forma inseparable. Los usuarios, personas u organizaciones, creaban y mantenían ‘sus sitios’ bien delimitados en la geografía digital. Pero este modelo hace ya años que empezó a modificarse.
Así comienza un interesante artículo publicado por Juan Freire en el blog Piel Digital del que me hago eco:
La vieja web ha dado paso a una nueva web que separa la forma de la función, los contenidos del diseño, los datos de los metadatos. Y al tiempo, en este nueva web las páginas originales estallan en innumerables fragmentos que se pueden localizar independiente y remezclar de forma prácticamente ilimitada.
Pero no es este un cambio únicamente tecnológico. En paralelo a esta transformación de la web, los usuarios pasan de ser vecinos de unos pocos sitios a distribuir su presencia e identidad a lo largo de la red creando diversos fragmentos de contenidos (desde fotografías alojadas en Flickr a un post en su blog o los comentarios que dispersan por otros sitios, por poner sólo unos ejemplos).
Kazis Varnelis reflexionaba el día en que finalizaba el 2007 sobre las siete grandes tendencias (Seven for 2007) que ha observado en la interacción de los mundos digital y urbano. Una de sus ideas, Systems not Sites, describe el previsible futuro de la web en 2008 anunciando que ‘the old Web is dead». Ya no construimos sitios web como código HTML ‘plano’; ahora utilizamos algún sistema de gestión de contenidos (CMS), como el que gestiona este mismo texto o los que conoce cualquier ‘blogger’. Además, propone irónicamente que sigue existiendo Flash, pero es fácil identificarlo: esos sitios no se han actualizado en los últimos dos años. La mayor parte de sitios están construidos hoy en día con un sistema de bases de datos de código abierto modular e interoperable y, muy probablemente, ubicado en una de las server farms en las que habita la parte tangible de la información que fluye por la red.
Matt Webb, en Interconnected.org, dibuja otra perspectiva complementaria sobre la estructura de la nueva web en Wrapping up 2007. Aunque la ‘superficie’ de la web sigue estando formada por páginas enlazadas entre si, cada una de ellas se ha convertido (gracias a las bases de datos y los CMS) en una ‘superficie compleja repleta de arrugas’. Dicho de otro modo, cada página se compone de pequeñas piezas de información que se ajustan a una tipología (de ahí la necesidad de ‘hacer los datos webby‘) de microformatos (más en microformats.org).
De este modo se aumenta espectacularmente la resolución de la web. Aún así, los navegadores nos proporcionan la apariencia de la vieja web al identificar y combinar estas microestructuras (a partir de texto y metadatos) para construir páginas, mientras que los buscadores identifican las relaciones entre páginas y entre elementos estructurales que aparecen en diferentes páginas.
Vía | Piel Digital